Cuando yo solía escribir de atletismo
Pertenezco a la
generación que fue testigo del lírico duelo entre José Manuel Abascal y José
Luís González, aunque lo de "lírico", y pudieron escribirse poemas,
es sólo mi modo de ver las cosas; ellos jamás habrían usado ese adjetivo. Luego
llegarían Fermín Cacho, Reyes, y yo creería para siempre, en Carlota
Castrejana. Berlín me ha cautivado porque no hemos asistido a una
revolución, sino a evolución apacible pero tenaz de un grupo de atletas que
empezaba a serlo, cuando yo solía escribir de atletismo; Berlín ha verificado que el atletismo español nunca llegó a verse cortado,
sino que ha sido el hábitat en el que han coexistido,por ejemplo, Sánchez Bragado y Diego
García Carrera, Y Berlín me ha conquistado por quienes "han
subido" pero también por quienes han estado a punto de conseguirlo,
demasiados y demasiado cerca, como para no dudar de ellos, y ellas. La
convergencia y convivencia pacífica de pasado, presente, y futuro de nuestro
atletismo en el mismo sitio y a la misma hora, ha comenzado a derivar en éxito.
Éxito, que no siempre metal.
Aunque
"convivencia pacífica" no ha sido la expresión justa en más de una
ocasión: Trihas Gebre regaló su medalla en
maratón por equipos a Clara Simal, quien con el alma más rota que el gemelo, no
pudo terminar la carrera de su vida. Aunque pueda parecer un tópico, esto es
espíritu deportivo y lo demás, como decimos aquí, "carne con papas".
También cerraron filas con Bruno Hortelano sus compañeros del 4x400 cuando el
sintió que "no remató la impresionante carrera que habían hechos
ellos"; mejor hacemos como que no lo hemos leído, porque no pinchó, corrió
lo que pudo, mientras que los otros volaron como volverá a hacerlo él.
La temporada de
Atletismo es como una gran ópera en dos actos, el primero de los cuales
discurre en los Campeonatos de España y el segundo, fuera de nuestras
fronteras. Cada año la misma música pero distinto libreto, disfrutamos con
los españoles compitiendo entre ellos para luego sufrir con los mejores, cuando
se miden al resto de Europa, o del mundo. Por eso te da igual quien gane los
obstáculos en España, pero cuando ves a Fernando Carro disputando una medalla
europea, es imposible permanecer sentado: te subes al carro. Por su modo de
afrontar cada competición, su deseo de enfrentarse a todos y porque ya
"iban muchas", si alguien lo merecía sin duda era él, y sin embargo
no puedo evitar tener un pensamiento: llevo toda la vida
viendo como por correr primero con el corazón y después con la cabeza, se le han
ido unas pocas; para una vez que intercambia el orden, ¿ha ganado una plata, o
ha perdido un oro? Para quien tenga gusto por los finales abiertos.
Y contenta acabó
también en 3.000 obstáculos Irene Sánchez-Escribano, capaz de marcarse dos
carrerones con marca personal mientras propaga ondas de
buen rollo con su manera de entender la competición, a quienes la estamos viendo correr. Todo lo contrario que Pablo Torrijos, quien "no saca nada
positivo de Berlín", palabras textuales, y que como incondicional del
triple comparto, viendo a qué distancia estaban los cajones. Marcos Ruíz no
pasó la mejora y sin embargo también se fue pensando en las medallas: se nos ha
ido una muy buena, chicos.
Sí aprovechó la ocasión Ana Peleteiro, otra mujer que ya avisaba, cuando yo solía escribir de
atletismo. Vaya atleta en la que se ha convertido. Bronce con cierto sabor a decepción, para ella, pero bañado en oro
para quienes la seguimos a ella, a María Vicente (desde que era cadete), a Patricia Sarrapio (la jefa), y a todas las demás.
Y otro jefe, Jesús
España, decía adiós siendo sexto de Europa; mejor, imposible, para quien ya fue
primero del mundo, y de muchas cosas más atendiendo a como hablan todos de él. Poco antes entraba Javi Guerra, lamentando que los maratones
no tengan 44 kilómetros. Otra vez cuarto.
No me gusta, por
aventurada, la expresión "se conoce a los ganadores en la línea de
salida", y sin embargo parece escrita para algunas atletas. Julia Tákacs
siempre ha ido un pasito por delante, y lo volvió a demostrar al meterse en
el lío este de los 50K,... y ganar la medalla. La marcha te da lo que pocas disciplinas: chichones, como el que me hice con la lámpara, literalmente, el día que
Miguel Ángel López entraba el primero. Esta vez no llegó la sangre la río
pero no fue para menos: "aerolíneas Álvaro Martín" realizó una
carrera tácticamente perfecta, en la que progresó de menos a más para darse un
baño de multitudes entrando en meta. Sólo él pudo con un Diego García, plata,
quien también jugó con los tiempos y con sus fuerzas como si fuera un veterano. Y hubo que salir en moto tras María Pérez para decirle que ya había ganado: lo habría
vuelto a hacer si hubiese empezado de nuevo, qué barbaridad.
Y como dije al
principio, valen más por lo que son capaces de hacer, que por la posición en la
que finalizan. Laura García-Caro comenzó muy cómoda, por lo que se atrevió a
situarse bien desde el inicio. No respondió a los ataques de Drahotova con la
misma fiereza con que los recibía, y basó el ritmo de carrera más en sus propias sensaciones
que en lo que estaban haciendo las demás. Apretó al final y aunque llevaba dos
rojas, creo que le faltó algo. Cuando haces marca personal, la carrera de tu
vida, y llegas justa al último tramo, es porque ese "pocazo", aún,
está en campo de mejora. Por eso dice ella que aún no hemos visto a la mejor
Laura, porque sabe lo que tiene por delante.
No está bien que no
hubiera chicos en el 1.500; eso, no está nada bien. Menos mal que Marta Pérez y
Esther Guerrero lo intentaron en el femenino , si bien creo que si a la primera le
fallaron las piernas, a la segunda, le pudo el escenario. Estando tan lejos
de lo que pueden dar, tanto
ellas, como la sensacional Carmen Ramos, Mar Juárez, Lucas Búa (aquí, destapando mi lista de debilidades), y tantos otros y otras, insisto, estamos obligados a creer. Y luego está
lo que no podemos controlar; a veces das contra una vaya y te quedas fuera, como
Caridad, y otras, eres bronce, como Orlando.
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