Así han empatado Ciudad de Lucena y Recreativo.
"El Recre consigue un valioso empate en Lucena, que le permite seguir arriba tras puntuar con un gran rival y..."
"No pudo ser. El Recre no pasa del empate en Lucena y frena su racha de victorias, lo que ahora le obliga a..."
La cosas tan diferentes que se pueden leer y oír de los mismos noventa minutos. Lo incontestable es el resultado, Ciudad de Lucena 1, Recreativo de Huelva 1; pero en el debate está la chicha de todo esto, una pasión que no se entendería si nos diéramos la razón en todo, y que no sería tal si no estuviera movida directamente por el corazón. Todo habría sido distinto de haber ganado, o de haber perdido, y casi todas las voces habrían apuntado en la misma dirección; pero hemos empatado, y el cóctel de opiniones es la salsa del fútbol, cuando el balón deja de rodar. Ésta sólo es la mía.
El encuentro planteaba la incógnita de cómo sería el choque de dos trenes, cuando ninguno de los dos quiere frenar. Y lo cierto es que el partido tuvo un ritmo muy alto desde el principio, con mucha intensidad en todas sus acciones y con momentos de un nivel futbolístico muy elevado. Pero, ¿cambiaría su forma de jugar el conjunto local para sorprender al Recre? Pues no demasiado; ellos comenzaron presionando nuestro ataque estático para robar la bola, y atacar el enorme espacio que quedaba entre Rubén y los centrales. Y durante casi toda la primera parte el peligro de los locales llegaba con balones a la espalda de una defensa que juega muy adelantada; así llegó el gol de Brian Triviño, y así estuvieron dándonos un buen rato dolores de cabeza Forján y sobre todo Mustafá. Porque vaya tarde de Mustafá, moviéndose entre líneas. Pero entonces, ¿cuál era el plan del Recre? ¿Por qué siguió jugando igual tras el gol? 1-0.
Porque ese era el plan, y lo que había que retocar no era el dibujo, sino lo que hacer con él. Apuesto lo que sea a que Alberto Gallego contaba con el riesgo de tener que lidiar con los balones al espacio del rival. Pero, con lo que no contó, fue con que el balón nos durase tan poco. Con este esquema habíamos empujado, otros días, a hacer exactamente eso a otros equipos para hacer morir así sus acciones de ataque; con el Ciudad de Lucena se trataba de lo contrario, pero para eso debíamos tener la posesión, llegar arriba y, en definitiva, tener el control del juego. Pero la cosa se atascaba en Diawará, quien no sólo no entregaba bien la pelota, sino que tampoco la recibía. Y esto provocó una serie de pérdidas, que dieron mucha vida al plan del rival.
Por el medio también costaba porque ellos llegaban a ser seis, cuatro siempre listos para correr hacia el gato de Aracena y dos, Joel y Joao, cubriéndose las espaldas y haciendo cobertura a las bandas. Y presionando en esa zona de medios, su equipo jamás se rompía. Tocaba cambiar algo pero el empuje del Recre tras el gol invitaba a o no hacerlo, porque con más corazón que juego, ahora sí, estábamos llegando. Bingo. Ya en la primera jugada del partido pudimos ver que, atacando por banda izquierda, Diawará corría desde la posición de interior, hasta el área de ellos; pues eso, una jugada por la derecha permite a nuestro carrilero izquierdo, Peter, rematar y conseguir el empate. Y hasta el final de los primeros 45, su plan, contra nuestro coraje. Había que cambiar algo.1-1.
En la segunda salió Pedro Pata por Diawará y, sin mover a nadie más, todo cambió. Sólo se trataba de eso, ya está. Porque los demás eran los mismos jugando del mismo modo, y la diferencia es que Pata se asoció con Gallardo, Arjona, Víctor, Fraile, Chendo y hasta con Terán, quien se sigue atascando en los metros finales, frenando muchas acciones de ataque que podrían tener otro desenlace. Creo que el sevillano pelea en el campo contra sí mismo, y para ganar esa batalla interior necesita un partido de esos en los que te sale todo. Yo sigo convencido de que llegará.
El Recre llegaba, ahora sí, tocando, y al fin obligaba al Ciudad de Lucena a preocuparse más por defender que por montar una contra. Aún así ellos también llegaban y el encuentro se iba poniendo, cada vez, más "bonito". A media hora del final entraba Juan Delgado por Fraile, y de aquí al final es cuando mejor tocó el equipo por el centro. Terán bajó un poco para entenderse con Víctor, y ambos con Peter y Pata. Y si contra el Ceuta B fue el propio Víctor quien "alargó" el pivote para dar su sitio a Arjona, en Lucena fue el catalán quien decidió buscar nuevos horizontes, abriendo su ámbito de acción a las bandas para dirigir desde allí al equipo; su compañero en el pivote, de menos a más, ya lo hacía por el medio. Tremendo el partido de Adri Arjona, o de los Adri Arjona, porque parecía más de uno. No lo he comprobado pero debió acabar liderando todas las estadísticas.
Y según se acercaba el final, no sólo se ganaba en emoción sino también en vistosidad, ya que con el paso de los minutos fuimos viendo acciones de mucha calidad. Ellos hicieron una presión alta muy rara a falta de pocos minutos pero no vimos más goles, porque los porteros, los palos y los largueros decidieron que el resultado ya era así justo. Y creo que sí, sencillamente, porque la pelota no volvió a entrar pero, como comentaba al principio, de haberlo hecho creo que habría sido un error cambiar la crónica de lo que se ha visto, para lo bueno y para lo malo. El equipo se ha forjado una personalidad, hasta tal punto, que los rivales saben como hacernos daño. Creo que es más bueno que malo que te reconozcan, porque así saben que tenemos las cosas claras, y queda en la pericia del míster planificar esas variables que el rival no espera, y que están llamadas a marcar la diferencia. El equipo sigue creciendo, y la última asignatura ha sido "contra equipo grande que juega al espacio". Y aunque seguimos viendo demasiadas fases, si se me permite la expresión de "juego no fluido no forzado", también vemos que el equipo sabe reaccionar al juego del rival y a los goles en contra, y que cuando hace las cosas bien, estas tienen cada vez más sentido. Rota.
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