Para sobrevivir a la Tercera, conviértete en Tercera.
Si de algo estoy seguro, es de que los primeros puestos y las ligas se pierden en campos como el Municipal de Lebrija. Miremos en la categoría que miremos, los roles de los equipos son siempre los mismos y la historia se repite: están los de abajo, los de arriba que se dejan puntos con los de abajo, y los que no lo hacen. Y creo firmemente que ésta es una de las cartas con las que juega el Recre, porque, mientras que otros gigantes de la categoría nos sorprenderán perdiendo donde nadie lo espera, nosotros cortamos dos orejas el día que hacemos la faena más deslucida; C.A. Antoniano 0, Recreativo 2 y, aunque en peores plazas nos tocará torear, a este toro no había quien le pegara dos pases. O cuatro, como dice el míster.
El repentino encuentro con la fortuna de Terán tiraba por tierra el plan de los locales, pero no el de Alberto Gallego; tras oírle en rueda de prensa, quedó claro que el Recreativo, sin ese gol, no habría intentado algo muy diferente. Es decir, para una vez que nos sonríe la suerte no sirve de mucho, porque el Recreativo no llegaba a Lebrija con la intención de tocar la bola desde Rubén Gálvez, sino con la de que el gato de Aracena la viera lo más lejos posible, empleando para ello cualquier método. Sumó en el marcador y también para desconcentrar al conjunto local, que esperaba un Recre que lo acorralase, y se encontró con uno que le cedió el campo. 0-1.
Pero no duró demasiado porque, cuando pasados quince minutos el C.A. Antoniano vio lo que estaba haciendo el Recre, pensó eso de "si no puedes con tu enemigo únete a él" y comenzó a hacer lo mismo. Y con más peligro, porque mientras que al conjunto onubense le costaba encontrar las bandas y perdía la posesión con facilidad abusando del pase largo, ellos fueron encontrando con los minutos a sus carrileros y estos, a su vez, centros que buscaban cabezas o pies locales, y que no llegaron a ser rematados por un pelo, o un cordón. El Recre jugaba con el hecho de que su rival no destaca por su juego combinativo, pero, en realidad, con lo que estaba jugando era con fuego; ¿y si hubiera entrado alguna? Tal vez era el mejor modo de proteger la portería, optar por defender ese tipo de jugadas porque es lo que tocaba. Y ninguna duda de que los futbolistas estaban siguiendo las instrucciones de Alberto Gallego, pero, al menos comparado con otro días, la sensación era la de que se estaba corriendo un riesgo demasiado alto.
Nadie puede negar que salió bien, pero tampoco va a convencerme nadie de que, durante muchos minutos, estuvo más cerca el empate que el segundo nuestro. Hubo un periodo de tiempo, tras el triple cambio de Arjona, Fraile y Delgado, en el que el buen criterio del primero y el atrevimiento del segundo, interrumpieron los movimientos que una y otra vez repetían los locales. Pero se asentaron y volvieron a coger carrerilla hasta que el acierto del tercero, puso el segundo en el marcador. 0-2.
Si maticé la semana pasada que el Recre ganó más por "aplastamiento" que por "pegada", esta vez no me atrevería a hacer tal matización: pegada y ganar haciendo lo justito, pero no creo que eso sea algo necesariamente "malo". Hacer lo justito no es pelear lo justito, y el equipo puede jugar de un modo o de otro pero lo cierto es que nunca desconecta, jamás "se va a ninguna parte". Los "grandes" tienen pegada, y la sacan a pasear en partidos como éste en los que, por lo que sea, no hay mucho más. Como tampoco pasó mucho más después del gol, porque si el Recre pasó apuros con el 1-0, el segundo nubló demasiado las mentes de los jugadores locales, quienes en ese punto supieron ya que no iba a ser su día.
Victoria de un gran valor tanto por los puntos como por la dificultad, en un encuentro en el que los albiazules no renunciaron, a pesar preferir un estilo más directo, a multitud de movimientos interiores: cuando ataca un jugador de banda, el de la otra se coloca como interior y sube también el central de su lado; a veces es un medio centro quien sube y el de la banda contraria se queda guardando la ropa, y hay ocasiones en las que las combinaciones son otras, siempre con un orden. Pero hoy el plan tenía más que ver con el contrario y con el terreno que con nosotros mismos, y se optó por buscar espacios con desplazamientos en largo que estiraban el campo, esperando obtener con ello más éxito que nuestro rival. Nadie puede decir que la idea era mala, porque el resultado fue bueno. Pero también he tenido la sensación de que durante muchos minutos hemos caminado por una cuerda floja sin red y, aunque sin llegar a caernos, hemos perdido el equilibrio demasiadas veces. Tal vez haya que emplear una frase que dijo alguien, y "para sobrevivir a la Tercera, conviértete en Tercera". Y tal vez haya también que instalarse en la moderación, porque si bien hay que exigirle a esta plantilla que gane en todas partes, tiene tan poco sentido pedirle que lo haga goleando como que lo haga exhibiendo cualquier imagen, porque no es cualquier equipo. Tampoco estaría mal un poco de sentido común, porque decir que no te ha gustado el equipo no es ir contra el equipo; los enemigos del club están identificados. ¿Dónde ponemos ese listón? Pues no sé, pero un poquito más arriba de lo que hemos visto en Lebrija, seguro, porque si digo que me ha gustado mucho, no sé que voy a decir el día que ganemos 3-0, con control del partido y buen juego. Y del mismo modo que la semana pasada defendía que el gol de Barragán era consecuencia del trabajo, no puedo decir lo mismo de el de Terán, por mucha jugada previa que tenga, porque si ese listón lo colocamos ahí, entonces la suerte no existiría en el fútbol. Existe, y la regularidad, también: por eso seguimos líderes. Conil.
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