¿Y Pablo Abián qué, otra vez Campeón en Europa?

                Y van 24, si bien ninguno celebré tanto como aquel mítico oro de Bakú en 2015. Creo, aún a riesgo de equivocarme, que esa victoria en los Juegos Europeos no sólo supuso un triunfo en sí mismo sino que fue el "gran título" que Pablo Abián merecía en su carrera, y necesitaba, como refuerzo, para alargarla al menos un lustro. A dos años de Tokio, quién sabe si aún le queda por realizar, el remate de su vida..

                Por el momento, es Campeón del Internacional de Italia, al derrotar a Lars Schaenzler 18-21, 21-16 y 21-14 en casi una hora de juego y en una final, que como no podía ser de otro modo, casi nos deja sin uñas. Su oponente, verdugo de Kike Peñalver y de Victor Svendsen, a su vez verdugo de Pablo en Hungría, llegaba con ese perfil tan incómodo y tan peligroso para los favoritos: joven, prometedor, ganador de "n" oros alguna vez en algún sitio y con muy poco que perder.

                El jugador español ha iniciado la  primera manga tanteando a su adversario, para intentar así descubrir sus intenciones; probablemente no era el rival que esperaba en la final, lo que incluye un plus de sorpresa que hay que rebajar en los primeros volantes. Schaenzler no arriesga demasiado pero cuando lo hace le entran, y según vamos avanzando en un juego muy igualado se va mostrando muy seguro cuando Pablo le prueba en el juego tenso; para cuando vemos sus debilidades, ya se ha ido demasiado en el marcador, 18-21.

                Nada más comenzar el segundo set, el jugador del Ies La Orden devuelve los volantes tratando de evitar la derecha del alemán, quien no se siente tan cómodo golpeando de revés, y que sólo llega con opciones al intervalo gracias a un par de acciones precipitadas del nuestro. Con ventaja y con la iniciativa en los puntos, el camino se hace más fácil consiguiendo que tu rival juegue en la red, cuando tú quieres que lo haga. 21-16.

                La igualdad con la que ha parecido arrancar la tercera manga se ha ido diluyendo según se ha ido imponiendo la figura de Pablo, más seguro, más confiado, frente a un rival al que ceder en el segundo le ha hecho mucho daño. Schaenzler se ha ido apagando y Pablo le ha dado el empujón final cuando, conocedor de que la velocidad no es el punto más fuerte del germano, ha comenzado a moverlo red arriba, red abajo, provocando las últimas imprecisiones de esta final, 21-14.

                 Otro para la colección, que 2018 traiga muchos más.

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