Así ha caído el Recre en Marbella


                Puerto para Iván González, Iván González para Puerto, sin que el balón avance un sólo metro, con el marcador en contra, y el partido en sus últimos minutos. La imagen terrible que retrata una realidad, como si de un cuadro impresionista se tratase, en el que no importan tanto sus actores como el paisaje en el que habitan, hoy, un mar de dudas. El Recre ha caído en Marbella movido por una gran voluntad, pero frenado a su vez por su falta de ideas; tras la lenta agonía del quiero y no puedo, y sin dar tres pases seguidos, pero también con un poco de mala suerte, nos dejamos tres puntos que toca recuperar en el Colombino. Después de todo este año vamos a una de cal, y una de barro. Y ahora, toca jugar en casa.

                Entraba Iván González por Diego y Plá dejaba su sitio a Borja Díaz, sacrificando un jugador de corte más ofensivo en favor de uno que pudiera iniciar jugada, desde algo más atrás. La previsión no era de lluvia pero sí de" fango", uno de esos encuentros de pocos espacios y mucha gente por medio,  en los que un pase con sentido vale, ya que estamos con el Impresionismo, tanto como un Monet. Pero la cosa no “pintó” bien desde el principio, con un Recre que tenía la pelota pero que no sabía qué hacer con ella, sobre todo cuando el Marbella presionaba a los centrales. A los locales, muy cómodos sin el lastre del balón, solo les quedaba tapar la salida de los extremos, para dar otra pincelada artística con cuatro figuras en un contorno ya conocido: tres que salen a por uno, que antes de perder la bola, la pasa al medio. Y ya estamos jugando donde ellos quieren.

                Esta fase del partido duró… el partido. Nunca un gol cambió tan poco las cosas, ni las alternativas desde el banquillo aportaron tan poco. Carlos Martínez, al que le costó “entrar”, sustituía a un Iago Díaz con menos fortuna que otros días, y era Quiles quien cambiaba la perspectiva: Llorente y Tropi se igualaban por detrás y el ex del Córdoba dibujaba el triángulo apuntando a la portería rival, buscando unos socios, que nunca llegaron. Me han gustado, no obstante, las arrancadas de Andrade, la intensidad de Víctor Barroso buscando ser protagonista, y la luz de Tropi, una vez más, como la única que alumbra la oscura inmensidad que separa a los centrales, de las ocasiones de gol.

                Haciendo lo mismo pudimos, al menos, empatar (Caye, Tropi), y sin embargo nos quedamos en cuadro. Otro día entrarán, cuanto antes nos acostumbremos a este estilo de juego al borde del abismo mejor, porque este equipo puede darnos al final una alegría. Aunque también podría hacernos perder la cabeza por el camino. Garra tenemos, y equipo también; siempre nos quedará El Ejido, para que no lo olvidemos. Pero necesitamos ya, que Melilla tome el relevo.

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