Clara Azurmendi

 

                    Asistí hace unos años a una charla que dio Clara Azurmendi y, si algo me quedó claro, es que habría sido capaz de sacrificar cualquier cosa, por tal de cumplir un sueño. A veces se arriesga, y se pierde; pero hay ocasiones en las que la justicia divina le tiende la mano al esfuerzo personal, ese que los demás pueden imaginar pero nunca medir con precisión, y cuando te levantas porque llaman al timbre te encuentras en la puerta con unos Juegos Olímpicos. Nadie quería que llegasen por la lesión de nuestra Caro, pero aquí están y, Clara no sólo tiene el derecho a sonreírle al destino, sino la obligación de hacerlo por su amiga. Por su amiga y porque se lo merece; de no ser por su clasificación en el ranking olímpico, no habría viajado a Tokio.

                    La pandemia ha ido ralentizando la carrera de muchos deportistas, pero ha frenado más en seco a quienes iban a mayor velocidad. La guipuzcoana ha ido creciendo en los últimos años a fuego lento, sorteando obstáculos que dan aún más valor a todo lo conseguido, desde aquel bronce en Bakú, hasta su última victoria en el Internacional de Austria. Y de estos ya tiene un puñado, pero, su principal activo, es su propia "marca": Clara Azurmendi es ya una primera espada del continente, un peso pesado a nivel europeo que ahora va a comprobar cuánto ha progresado a sus veintitrés años, midiéndose a An Se Young y a Dorcas Ajoke Adesokan en unos Juegos Olímpicos.

                    La coreana es muy directa en la pista pero también, fuera de ella: afirma que viene a por el oro y la primera jugadora a quien tendrá que vencer, si lo quiere, es la española. El rol que representa An Se Young en el bádminton es muy atípico, porque con su edad casi nadie está tan arriba (es la octava del mundo y atesora cinco torneos de World Tour más otras dos finales), ni se atreve a aspirar a tanto. En este deporte ganas cuanto más has perdido antes, los progresos a lo largo de los años lo son todo y, en circunstancias normales, los 23 de Clara tendrían que pesar algo frente a los 19 de su oponente. Pero An Se es una niña prodigio que juega ya al nivel de las mejores del mundo y que, sin estar entre mis favoritas para ganar una medalla, sí lo es y con claridad frente a nuestra representante.

                    Conoceremos su plan de juego cuando empiecen las hostilidades pero, lo más fácil, es pensar que se lo querrá poner fácil a sí misma en semejante cita, y tratará de estar lo más cerca posible de la red: cada volante con el que lleve la iniciativa será una oportunidad para bajarlo, cuando más daño haga. Se defenderá peor cuando más al fondo esté pero, aún así, la coreana no corre, vuela, coloca los cruzados a media pista con precisión de cirujano y posee una coordinación asombrosa que le permite engañar con su cuerpo a sus rivales con facilidad. Al más puro estilo Chen Yufei, nada es lo que parece, excepto que viene a ganar y que no tiene el menor complejo. Bien, la nuestra viene a disfrutar, y no tiene la menor presión.

                    Dorcas Ajoke Adesokan es una nigeriana de la que sólo he visto un video, pero de la que hablan maravillas quienes pudieron verla jugar en el último Spanish, disputado en La Nucía. Es una jugadora muy alta, mucho más parecida a Clara en su juego que la coreana, y que también llega a Tokio sin nada que perder. En teoría es un partido mucho más igualado, y en el que la española debería tirar de galones, pero ojo, que su rival se encuentra entre las cien mejores del mundo. No es ninguna broma. Ni es habitual poder ver en acción jugadoras del continente africano, pero forma parte del encanto de los Juegos; no importa a quien tengas delante, tienes que ser mejor y dejarte la piel para serlo porque aquí, vienen todas a eso. 

                    Una lesión hizo mala mi previa del Europeo en 2018, y el maldito bicho que nos acecha desde 2020 la ha perseguido de distintas maneras pero, ahora, es su momento. El momento de expulsarlo todo hacia fuera.

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